“Un Día de Esos”: la Comedia que Merecía Llegar al Cine y no lo Hizo

El 2024 trajo consigo una joya inesperada de la comedia americana: Un día de esos, una película con todo para ser un éxito de pantalla grande… salvo la confianza de la industria. A pesar de haber recaudado más de 51 millones de dólares —con un presupuesto cuatro veces menor—, su distribución internacional fue tímida, y en países como España pasó casi desapercibida en las plataformas de alquiler.

La comedia contemporánea no está en crisis por la corrección política, como muchos repiten con insistencia. El verdadero problema es la falta de apoyo a un género que no presume efectos especiales ni forma parte de un universo cinematográfico expandido. La comedia —como el drama adulto o los thrillers modestos— ha sido relegada al streaming, perdiendo así ese factor de experiencia compartida que sólo el cine puede ofrecer.

Un día de esos tiene una premisa sencilla pero efectiva: dos amigas y compañeras de piso (interpretadas con desparpajo por Keke Palmer y SZA) pierden todos sus ahorros gracias al novio de una de ellas y deben buscar dinero rápido antes de ser desalojadas. La historia avanza con un ritmo frenético, humor escatológico y sexual sin complejos, y una química arrolladora entre sus protagonistas. La dirección de Lawrence Lamont sabe cómo exprimir cada situación absurda sin perder humanidad ni ritmo.

Lo curioso es que, a pesar de su fórmula accesible y de su potencial para atraer audiencias diversas, la película fue lanzada de manera casi invisible fuera de Estados Unidos. Como sucedió con Saturday Night, otro título reciente que pasó sin pena ni gloria cuando se quedó fuera del radar de premios, Un día de esos sufre las consecuencias de una industria que ya ni intenta presentar la comedia como un producto digno de pantalla grande.

Y sin embargo, quien le da una oportunidad, rara vez se arrepiente. Tiene carisma, tiene ritmo y tiene algo que muchas superproducciones olvidan: autenticidad. No pretende cambiar el mundo ni reinventar el cine, pero sí devolverle a la comedia su valor como válvula de escape, como espejo distorsionado pero honesto de una generación que vive al límite.

En una era en la que las referencias culturales viajan a la velocidad del algoritmo, no tiene sentido seguir considerando la comedia americana como un producto “local”. Un día de esos funciona igual si sabes quién es Keke Palmer o no. La historia es universal, las risas también. Lo que falta es que alguien crea en ellas lo suficiente como para llevarlas al lugar que merecen: el centro de la conversación.

¿Te apetece una noche de risas sin filtros y con mucho estilo? Entrena tu radar. Esta comedia puede ser justo lo que no sabías que necesitabas.

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