Del congelamiento de óvulos a la edición genética, la ciencia avanza más rápido que nuestras preguntas. En la era de la fertilidad programada, el debate ya no es si se puede… sino si se debe.
Durante siglos, la reproducción estuvo marcada por la biología y el azar. Hoy, en cambio, la tecnología nos permite programar el cuándo, el cómo y hasta el “con quién”. Congelamos óvulos, alquilamos vientres, diseñamos perfiles genéticos y usamos apps para calcular el mejor momento para embarazarnos (o para evitarlo). Vivimos en una era donde la ciencia ha expandido las posibilidades reproductivas, pero también ha abierto dilemas éticos que aún no sabemos resolver del todo.
Avances que desafían los límites
La tecnología reproductiva ha traído opciones impensables hace una generación. Procedimientos como la fecundación in vitro, la preservación de la fertilidad o la gestación subrogada han transformado vidas, especialmente de personas con condiciones médicas, parejas del mismo sexo o mujeres que deciden postergar la maternidad.
Incluso hoy se investiga la creación de úteros artificiales y la edición genética de embriones con CRISPR, lo que plantea la posibilidad —real— de diseñar bebés con ciertas características físicas o cognitivas.
¿Empoderamiento o presión?
Muchas plataformas venden estas tecnologías como liberadoras, pero no siempre lo son. En algunos casos, congelar óvulos no es una decisión autónoma sino una exigencia laboral disfrazada de “beneficio”. Y cuando se introduce el mercado, la autonomía puede mezclarse con desigualdad: no todas tienen acceso a estos tratamientos, y quienes sí, muchas veces lo hacen bajo presión social, económica o emocional.
¿Elegimos libremente o respondemos a nuevas formas de control?
Dilemas éticos que no podemos ignorar
- ¿Qué tan lejos es demasiado lejos en la manipulación genética?
- ¿Quién define lo “normal” o lo “deseable” en un futuro hijo?
- ¿Qué implica el alquiler de cuerpos en contextos de desigualdad?
- ¿Estamos creando nuevas formas de discriminación basadas en la capacidad de acceder a estas tecnologías?
¿Qué papel juega nuestra generación?
La generación centennial crece en un mundo donde estos debates ya no son ciencia ficción. Elegir congelar óvulos, postergar la maternidad o tener hijos con ayuda médica será, para muchas, parte del menú vital. Pero con el poder de elegir viene también la responsabilidad de cuestionar.
Preguntarnos hasta dónde no es frenar el progreso, sino hacerlo más humano. No todo lo técnicamente posible es éticamente deseable. Y en el terreno de la vida, la reflexión debería ir tan rápido como la ciencia.