El autocuidado llegó como un bálsamo para generaciones que crecieron en modo sobrevivir… pero ahora también se ha convertido en una exigencia más. Entre frases como “priorízate” y rutinas zen, muchos jóvenes ahora sienten que el self‑care es una meta por alcanzar, no un espacio de descanso auténtico. ¿Cuándo el cuidado de uno mismo pasó de ser un refugio a una tarea pendiente?

De acto sanador a lista de tareas

El problema no es tomarse tiempo para uno. La trampa aparece cuando el autocuidado se convierte en una performance: un ritual que debe ser perfecto, productivo y estéticamente Instagram‑friendly. Crean ambientes con velas, smoothies coloridos y rutinas milimétricamente planificadas. Lo malo no es cuidarse, sino sentir que debes “marcar la casilla del self‑care” para validarte.

Cuando cuidarte es solo otra forma de exigencia

Quizá ahora nos autocuidamos tanto que ya no sabemos relajarnos sin culpa. Algunos lo sienten como una nueva forma de autolectura: “hoy tenía que meditar”, “si no hago journaling me siento mal”. Al final, el descanso deja de ser descanso y se vuelve rendimiento emocional. Ironías de la vida: cuidarse hasta el exceso también agota.

El camino de regreso al descanso sin presión

• Reconoce la diferencia entre pausa consciente y checklist emocional. Si no lo disfrutas, no es autocuidado: es obligación.
• Haz lo que te reconforta, no lo que parece “adecuado”. Si chic pudo no es para ti, busca lo que realmente te hace bien.
• Deja espacio para el silencio sin productividad. No todo tiempo debe ser autoayuda; a veces, solo habitar sin objetivos es suficiente.
• Permítete no estar “bien”. Aceptar que hay días grises sin remedios rápidos es parte del cuidado auténtico.

Conclusión

El autocuidado no debería ser un espejo que confirma cómo deberías sentirte. Cuando tu bienestar se mide en tick checklist, algo anda mal. La verdadera revolución es poder descansar sin deberes, sufrir sin presiones, y cuidarnos sin convertirlo en un deber emocional. Porque, en tiempos saturados, el mejor self‑care quizá sea simplemente dejarnos ser.