En México, cada habitante genera alrededor de 9 kilos de basura electrónica al año, y gran parte de ella termina contaminando ríos, suelos y aire, o almacenada indefinidamente en cajones. Pese al riesgo ambiental que representa —pues muchos dispositivos contienen metales pesados y sustancias tóxicas—, el reciclaje de electrónicos sigue siendo escaso y, peor aún, poco incentivado. Pero ¿qué pasaría si reciclar también significara ganar?
En países como Estados Unidos, Alemania o Japón, ya existen plataformas digitales que no solo recogen tus aparatos viejos, sino que te pagan por ellos. Es el caso de ecoATM, que instala máquinas inteligentes en supermercados para recibir celulares usados a cambio de efectivo, o Back Market, que ofrece créditos por dispositivos reparables. También están ReBuy, Swappie o Gazelle, todas enfocadas en reutilizar, reacondicionar y premiar a quienes devuelven sus electrónicos.
México, sin embargo, aún no ha desarrollado estas plataformas a gran escala. Existen esfuerzos aislados como Recicla Electrónicos México (REMSA) o campañas anuales en ciertas ciudades, pero siguen siendo poco accesibles para la mayoría de la población. La falta de incentivos claros y un sistema logístico limitado han frenado el crecimiento de una cultura de reciclaje electrónico robusta.
Implementar plataformas de recompensas sería un cambio estratégico. Podría involucrar desde alianzas con supermercados o gasolineras, hasta aplicaciones móviles que gestionen la recolección, evaluación y pago por equipo en desuso. Además de reducir el impacto ambiental del e-waste, ofrecer incentivos económicos fomentaría la economía circular, profesionalizaría el reciclaje y transformaría la relación de los mexicanos con sus residuos tecnológicos.
El reto ya está sobre la mesa: transformar lo que hoy es basura en una oportunidad, tanto para el planeta como para los bolsillos. Porque en el futuro, reciclar no solo será lo correcto, también será lo más conveniente.